martes, 14 de mayo de 2013

Nº1 Tarot y Destino


Por Mar Cifuentes

El tarot llegó de sorpresa, sin que lo llamara.
Un día en el colegio con mis compañeras comenzamos a jugar y hacer preguntas a un naipe inglés, al leernos unas a otras “la suerte” pudimos descubrir sorprendidas que un simple mazo de juego podía respondernos.
Por alguna razón que no recuerdo fui la única que siguió poniendo a prueba a corazones, picas, diamantes y tréboles.
Pronto se corrió la voz y otras niñas quisieron conocer  “su destino” a través de mis interpretaciones.
Un día una prima de una de mis compañeras me pidió que le  hiciera una lectura, ella era unos años mayor y se encontraba en una encrucijada amorosa. Recuerdo perfecto lo que las cartas “decían”: aparecía claramente un conflicto y las figuras de reinas, reyes  y sotas nos mostraban a cada uno de los involucrados e incluso dejaban ver rasgos de personalidad.
Los detalles de esta historia se presentaban con una claridad que nos dejó impresionadas,
Ya con un panorama tan claro no podíamos hacer más que finalizar la sesión.

En la adolescencia las semanas se me hacían años, así que cuando mi consultante me cuenta cómo le fue después de nuestra conversación ya la tenía casi en el olvido.
Estaba inquieta, turbada, en ese tiempo le tocó vivir lo que nos aparecía como una teoría sobre una mesa,
Efectivamente se suscitó el conflicto, su pareja le escondía cosas que se revelaron, estaba con alguien más, la tercera en discordia aparece, la confronta,
Su escenario vital cambia, fue un nuevo comenzar.

A pesar del dolor, recibí de ella agradecimiento,
Para mi fue como una revelación, me invadió el miedo,  ¿cómo era posible que las cartas hablaran?  Ya había dejado de ser divertido, descubrí que había una responsabilidad que no estaba lista para asumir,
La próxima vez que tomé un mazo fue de mi tarot, unos  cuatro o cinco años más tarde, dediqué otros más al estudio haciendo lecturas ocasionales.

Primero con el Esotérico y hoy con el de Marsella restaurado,
Es un camino que no termina.

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