lunes, 15 de julio de 2013

Nº37 Rechazo a lo femenino 1

Rechazo a lo femenino by Mar Cifuentes
Rechazo a lo femenino, a photo by Mar Cifuentes on Flickr.
Crecí en un núcleo familiar machista, en el modelo de la mujer dueña de casa que se esmeraba para servir a su marido.
Paradojalmente las abuelas de mi lado paterno son mujeres de tremendo carácter.
Así que ahí estoy: justo al medio.
Crecí más cercana a mis primos hombres, jugué a la pelota, a los autos y a los soldaditos; a la lucha libre y a tirarme escalera abajo sobre almohadas.
Me gustaba sentirme hombre porque me enseñaron que son ellos los que mandan, los que lo pasan bien, los que se quedan haciendo sobremesa mientras las mujeres corren a lavar la loza o a servir un postre, café, bajativo. Lo que sea que les impidiera dar una opinión.
Ese mutismo me es familiar, aún hoy me guardo tantas cosas.

Cuando fui creciendo ya no pude seguir siendo parte del club de Toby y tampoco me sentía afín al de Lulú, como una apátrida.

Estar en un colegio de mujeres y desarrollarme rápido fue bueno porque con mis compañeras podíamos hablar de los cambios que experimentábamos. Yo era como un fenómeno, de las primeras que tuve pelos, y también de las primeras que menstrué.

Tema aparte fue mi primera profe jefe, Margarita, quien nos habló por primera vez de ese líquido rojo. Recalcó con firmeza que eso “no es sangre” y no se habló más del asunto.

Me acuerdo perfecto cuando a mis 9 añitos sentí algo extraño. Estaba tomando desayuno con un pijama a lo Heidi cuando corre por los cerros. Manché mi pijama verde agua y la silla. La situación se salió de mi control. Mi mamá no me dijo nada, rostro neutro, no supe si era bueno o malo lo que ocurría ni el destino de mi pijama, ni como la silla volvió a estar limpia. Me fui a duchar y seguí con mi día normal, sólo que ahora integré una toalla higiénica a mi indumentaria. Pasaron un par de años para recibir esa visita todos los meses.

Fue igual con mi primer sostén. Con mis pelos. Con mi primer amor. Respuesta neutra. ¿Cómo saber si lo que hacía estaba bien o mal?

Sin saber por qué comencé a rechazar lo nuevo: los vestidos, la depilación, un perfume, un peinado elaborado, la coquetería y más que todo mis cambios hormonales, deseaba con el alma poder neutralizarlos.

Ser mujer era como un juego ocasional, me “disfrazaba” para año nuevo, para un cumpleaños.

Ese rechazo a mi femeneidad me acompaña hasta hoy.
Fue necesario caerme una y mil veces. Tratando de estar siempre a la par con los hombres como mecanismo de defensa no fui capaz de escuchar a mi cuerpo.

Mujer = receptiva, amorosa, rabiosa, acogedora, madre, disfruta el trayecto y también la meta.

Todo ese misterio consciente lo fui descubriendo y recuperando con el tarot.

Ahora me estoy perdonando, permitiendo recibir, coquetear, equivocarme. Me resulta extraño e incómodo porque duele salir de la zona de confort y abrazar a la mujer que siempre fui y que tuve tanto tiempo abandonada.

Si quieres participar de una sesión de tarot por chat o presencial puedes contactarme en el e-mail marcia.cifuentes.m@gmail.com

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