Este año ha sido un tema para mi. Hasta ahora no solía sufrir de dolores en mi período que comprometieran mis rutinas y responsabilidades, sin embargo ahora si me he enfrentado a este intenso mensaje de mi cuerpo.
Luego de una separación catastrófica en lo material y de profundo aprendizaje en lo emocional, regresé a la casa de mi padre para comenzar "de cero". 10 años después de mi partida del nido, la persona que soy no encaja con facilidad en una estructura que antes me parecía normal.
Mi cuerpo tímidamente me susurraba esa disconformidad: primero con una alergia en mis orejas y un par de meses después con estos enormes dolores.
Cada 28 días (recuperé mi tradicional regularidad una vez que finalizó una tensa relación de pareja), me invadían además la tristeza y temores más profundos.
No fui realmente consciente de lo que ocurría hasta que tuve oportunidad de participar del encuentro Pachamama que organiza Soco Astorga en la Cascada de las Ánimas.
Sentía temor, pues me encontraba menstruando esos días de invierno. Todos los fantasmas activos, caminatas, nieve, mucho movimiento para esos días sensibles.
8 chicas. Soco nos acogió como una gran madre dentro todas entre montañas, aguas, árboles, tomando hierbas y desarrollando rituales que sanaban nuestro cuerpo y alma.
Ni un solo dolor, ni un solo miedo. Profundo agradecimiento y plenitud en lo femenino.
Y así cada vez que logro sobreponerme al machismo reinante del territorio que habito, mi cuerpo me responde, me regalonea, me contiene, se expande en amor... y ya no duele ser quien soy.
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